OSCAR WILDE

OSCAR WILDE “Cuán lejos me hallo aun de la verdadera serenidad te lo demostrará claramente esta carta, con sus vacilaciones y variables estados de ánimos, desprecio y su amargura, sus anhelos y la importancia de transformarlos en acción. Pero no olvides cuán terrible es la escuela en qué me veo sentado ante mi tarea. Por muy imperfecto, muy incompleto que yo sea, mucho has de aprender todavía de mí. Quisiste que yo te enseñara el placer de vivir y el placer del arte: tal vez esté, yo llamado, a enseñarte una cosa harto más hermosa: el valor y la belleza del dolor. Tu amigo que te quiere . OSCAR WILDE” Estas frases conmovedoras es la última frase del libro de Oscar Wilde “De profundis”. Noventainueve páginas de amor enviadas a la persona que amo en su vida, y que por su culpa, su padre un noble inglés lo envió a la cárcel de Reading, por donde pasé cuando me iba a Aberdeen en Escocia, Inglaterra. Aun no había leído la carta con tal detenimiento. Es una carta de toda su vida, en que le increpa, lo ama, y lo reprende, y le dice en todo este horror de estar en la cárcel y tener, como castigo deshilachar una soga gruesa, sopeada en alquitrán, donde lo negro se confundía con su sangre y el dolor. Le cuenta de las “cartitas” que le envió su madre, que odiaba al Marques su padre, y que lo insto para enviarlo a la cárcel, pero fue al revés. Cuando el marques en pleno juicio con despliegue universal de los diarios londinenses y del reto de Europa, porque Wilde era un dramaturgo que triunfaba con sus obras en el teatro, saca una carta de amor de Wilde a su amante. Y acusa a Wilde de homosexual. La justicia londinense no tenía temporalidad para enviarlo a la cárcel por eso le dan dos años de trabajo forzado. Wilde era un gentleman que dormía en lujosos hoteles, y participaba en los teatros renombrados, y la gente lo admiraba, donde todos lo servían, tuvo que degenerarse para l0s trabajos forzados, que no los mencionaré, sino que usted deben de investigar. Lo acusa de vanidoso y de haber dilapidado su fortuna por pagarle todos los caprichos que se le ocurrían.