sábado, 20 de mayo de 2017

CARLOS QUIZPEZ ASIN, MURALISTA Y PINTOR PERUANO, SINIGUAL

CARLOS QUIZPEZ AZÍN, MURALISTA Y PINTOR PERUANO, SINIGUAL Por JORGE MARIATEGUI Deseo hacer unas notas a un elegantísimo libro muy lujoso que describiré, dedicado al artista Carlos Quizpez Asín, encargado a Jorge Bernuy, pintor y crítico de arte, por su hijo Néstor Quizpez Azin Serna. La edición muy bien cuidada editada por Francisco Serrano, y anteceden prólogo y semblanza, de Fernando de Szyszlo y Antero Flores Araoz, con una introducción de Carlos Rodríguez Saavedra Con un séquito de fotógrafos, de encargados del retoque digital, responsable y coordinador de la edición, e impreso en Madrid, España, aunque la carátula diga Lima, Perú 2008. No tiene Colofón. Con 321 páginas y una sobrecubierta a color donde aparece Carlos y Néstor, su hijo y en la cubierta un fino mural: Las Artes. Carlos Quispez Azín nació en el centro de Lima en el Jirón Puno en 1900. Desde niño le encantó el dibujo. Carlos Quizpez Azín entra a la Escuela de Bellas Artes en el momento que Sabogal era nombrado director. Sabogal trujillano venía de Argentina y de una larga permanencia en Cusco y el Altiplano. Ya venía pintando a los cobrizos nativos del Titicaca, a sus poderes de mando en fina plata, a sus multicolores vestimentas hechas de lana pura, y calzados con sus ojotas, donde se destacan la fuerza de sus dedos, y color cobrizo de sus pieles. Sus ojos rojos en casi sangre, sus miradas adustas, y una seriedad hierática. Los paisajes, de cerros coronados en nieve, ríos, casas de paja, y toda una parafernalia, que encandilo Lima. Se rodeó de una docena de jóvenes pintores y formaron la llamada Escuela e Pintura Peruana, contra la voluntad de muchos detractores, pintores y civiles de la chiquita Lima. Allí Quizpez Azín tuvo que reírse, ajustarse, y guardarse porque él era así, de las chanzas que esos jóvenes le hacían por no integrarse a la pintura que ensalzaba motivos peruanos. Esta escuela peruana de pintura, en Lima tuvo una buena acogida, pero no al principio, que repudiaban todo lo cholo. A nadie se le ocurriría tener en su sala a un cholo o a una india con vestidos típicos, ni mates, ni cántaros de cerámica. Asi que Quispez Azín, tuvo en esa protesta, una apacible serenidad y siguió con sus dibujos firmes, sus desnudos de sus modelos y siguió indiferente las críticas de sus condiscípulos. El Libro ilustrado profusamente a todo color, con una variedad de fotografías de sus oleos, dibujos a lápiz y diseños de murales, es el reflejo, de un sueño que su hijo Néstor, tuvo toda su vida. Bueno pues, aquí está no reflejado, sino “en verdad” un libro tan elegante, que su padre Carlos Quizpez Asín, por su modestia le hubiera parecido “demasiado” Felizmente Carlos, pudo irse a Europa, España, por la ayuda de su abuelo y allí conoció al mismísimo Dalí, muy joven como él, y le hizo un óleo que reproducen finamente en el libro. Su paso por Madrid, le permitió ir a los saraos, y dibujar a las gitanas, que rompían y cimbraban su cuerpo en sus flamencos bailes. El cante jondo, el aplauso sincopado y la belleza de botar la cola ondulada de las bailarinas, él, Carlos las dibuja, y han quedado para la historia de la pintura peruana. Los toreros, antes del paseíllo, y en plena faena, inmediatamente han sido plasmados como en una película. Instantánea. Todos los dibujos y oleos de figuras inspiradas en el pintor Braque, están realizadas, pero con un color peruano, y un trazo firme desprendido y muy de Carlos. Gracias a los lienzos que presentan estas páginas en fino papel, pueden los verdaderos artistas, los curiosos y los críticos ver, un desarrollo y definir el trabajo de la plasticidad de los personajes, y darse cuenta, que si vio a esos otros grandes pintores europeos, él Carlos, tuvo lo suyo, y que él lo inventó con su gracia artística, su cultura, y su arte. Tengo que decir que el libro me informa, por vericuetos de su vida, y me cuenta desagradables situaciones que vivió en Europa, lejos de su familia, pero que gracias a su madre quien le pidió una beca al Presidente Augusto B. Leguía, y que por maldades de la Administración Pública se la dieron a otro , Carlos estudio en España, y se mejoraron sus bríos al lado de maestros que se nombran puntualmente en el libro. El autor encargado, descubre, no a todos, los que con mala intención ningunearon al artista. Y nombra, no a todos, con nombres y apellidos, teniendo en consideración que los vivos, no los puede descubrir. Yo lo hubiera hecho. Felizmente artistas de calidad le dieron la oportunidad de realzar su trabajo, y en vida realizó murales públicos, muchos de los cuales “a combazos” han derribado los muros y han desaparecido las obras de arte, pérdidas para la Historia de la Pintura Peruana. En este país donde no solo son ignorantes los desposeídos, sino la amalgama de funcionarios públicos, que se insertan desde el Congreso, hasta la Administración Pública y Privada. Y aprovecho para decir que hoy los locales de bibliotecas, son usados como sala de conferencias, para matrimonios civiles y otras actuaciones programada por los alcaldes ignorantes, haciendo huir a los lectores, y dejando a estos emporios bibliográficos solos y abandonados. Quizez Azín ha sido reconocido en su amplitud, y ha mostrado en este libro, lo grande que fue, y Carlos Quizpez Azín está sentado al costado de la Diosa Fama, y se encuentra en el Templo de Las artes Peruanas, por su trabajo peruano. Chaclacayo, Diciembre del 2014. Jorge Mariátegui

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