lunes, 8 de noviembre de 2010

Señor de los Milagros

Desde hace muchos siglos el día primero de Octubre Lima se  viste de morado. Para quienes pasamos desapercibidos en esta gran ciudad de  8 millones de habitantes, el discurrir por las calles de  morado, es una promesa que años tras años los devotos del  Señor de los Milagros tienen el pensamiento puesto en la  salida, las procesiones y el guardar las andas el último
 día del mes.
 Por siglos el pueblo de Lima visita todo el año su iglesia a la que asistió la nobleza, la curia y la mismísima  Perricholi y que gracias a ella se construyó el actual  templo. La salida de la imagen que la mandó copiar un devoto, es  la que se pasea entre un mar humano vestido de morado por  las antiguas calles de la remozada Lima.  Las monjas que se visten de morado desde que Benedicto XII  un 27 de Agosto de 1727 dió la órden para tan peculiar  color.  Pero fue una piadosa dama que al morir su esposo tomó a su  cargo el fundar un monasterio.
El viejo BARRRIO DE PACHACAMILLA, tuvo su origen cuando los  negros de Angola que vivian en los suburbios de la ciudad  ocupando un espacio que habían dejado los nativos de  Pachacamac que vinieron a vivir de la lejanas Ruinas de la  actual Pachacamac.
 Alli habían muchos negros que azuzados por el látigo de  los españoles los habían recluído y esos negros se  ocupaban de enterar a los de la ciudad por una suma de  doblones que no era poca. Pues de alli salió un negro  piadoso que se le ocurrió pintar al temple una figura que  consta de Cristo crucificado, su Madre María y San Juan.  
Señor Milagros
Arriba está su Padre con el mundo en la mano. La figura  indudablemente la copió de una de las tantas estampas que
 traían los religiosos españoles para copiarlas en cuadros  y paredes de sus conventos, al inicio de los siglos de  religiosidad que atravesó Lima como capital del mas  poderoso virreynato del mundo del siglo 16.

 En 1655 el 13 de noviembre a las 2 y 45 de la tarde un  grandísimo terremoto asoló la pobre Lima convirtiéndola en una ciudad en ruinas. El terremoto derrumbó cuantas  paredes rodeaban el suburbio de Pachacamilla, menos la pared  pintada con el Cristo yacente.
 Por supuesto que los únicos que se percataron de ese  detalle fueron los negros, quienes ayudados por su  superstición unida a la religiosidad, empezaron a venerarlo
 y a juntarse los viernes de cada semana para rezarle y  pedirle por sus almas pecadoras.

 En 1671 encomendaron a Pedro Balcazar para que la borre,  para que deshaga tremenda conmoción que los negros como  cualquier comunidad no solo rezaban sino que tomaban ron
 mascaban coca y al compas de tambores, vihuelas y voces se  jaraneaban de lo lindo. Los envidiosos empezando por el  Virrey no podian ver a nadie alegre, menos a los negros.
 No la pudieron borrar y dicen que el segundo que subió en  una escalera, se cayó y contó que cuando estaba por  borrarla, una luz verde iridiscente lo iluminó y perdió el  equilibrio.  Este acontecimiento sucedió el 14 de setiembre  y se fueron.  
En Octubre de 1687 hubo otro terrible terremoto y la  ermita que estaba contruída sufrió grandes deterioros. La  pared no sufrió ningún rasguño. Estos fenómenos empezaron  a cundir en la gente que escuchaba misa, y en los devotos  que siempre rezaban al pié de la pared.  Las monjas descalzas que se dedicaron al cuidado de la  imagen y del templo pasaron por siglos muchas angustias para  conseguir su reconocimiento y muchos reyes y virreyes se  involucraron para que la fama del Señor de los Milagros  atraviese el mundo y se conozca por todas partes.

 Felipe V el 8 de Febrero de 1720 le dio licencia para que  funcione el Monasterio.
 Benedicto XII el 27 de Agosto de 1727 emitió una Bula para  que el hábito de las Carmelitas descalzas fuera morado y  que sean monjas de Clausura.  Después del último terremoto, la piadosa Perricholi que  acudia los Viernes al rosario viendo el desastroso templo,  le dijo al oido a su Virrey amado don Manuel Amat y Juniet,  que soltara los dinerillos que tenía para enviárselos al  Rey para que levantara el templo.  Fue el Mismo Virrey quien diseño el templo y estuvo al  mando de su fabrica. Dicen los cuentos limeños que el  Virrey salía de palacio y muy temprano barria el templo  para demostrar su humildad.
Lima entera lo cuchicheó. Asi que gracias a la pispireta Perricholi en 1766 se terminó la  edificación. Como siempre los limeños que solo ven en esta  piadosa dama, sus pecadillos, se han olvidado de recordarla.
 Pero felízmente el dato me cayó de perilla cuando quise  hacer un escrito sobre el Señor de Pachacamilla.  En 1766 tuvo 4 cuadrillas de cargadores.  En plena guerra del 79, el Señor Cristo Morado no salió  por cuatro años.  Las zahumadoras se instituyeron oficialmente en 1962 y las  "Cantoras" entre 1962 a 1967. Pero la historia  felizmente las ha nombrado desde 1671. Por supuesto que  siendo los dueños de ese lugar de Pachacamilla eran las  negras y negros quienes iniciaron este devocionario.
Por  siglos las negras madres han preparado a sus negras hijas en  tan ferviente homenaje y hoy vemos a las pardas y a las  morenitas y sacalaguas que enmantilladas en blancos encajes  algunos de antaño conducen  las andas del señor. Las  zahumadoras llevan  en sus manos riquísimos pavoreales de  filigrana de plata repletos de sahumerio y las que cantan  desgarran los oidos con sus letanias en homenaje al Cristo Morado.  Las mujeres no salian a la calle mas que a misa. Solo las  endemoniadas limeñas que ajustadas en una saya y un manto  salian a buscar marido a la Plaza Mayor, se escapaban de las  leyes masculinas.
 Hoy estaba curioso parado frente a la Iglesia de Santo  Domingo, que su campanario fue el primer rascacielos  latinoamericano, antes que inventaran  en Empire State Building de New York. Eso no lo dijeron en ningún pasquín histórico. Ahora luce pintado de color  terracota. Es un ícono gigante que rompe el color panza de  burro del cielo  encapotado en gris de Lima.  Alli estaba y  El anda venía de la avda. Tacna de paso a la Plaza Mayor.  Desde los viejos balcones limeños de 5 siglos que aun  quedan en la vieja Lima, le enviaban choros gigantes de  pétalos de flores. De lejos parecian baldazos de agua por  la cantidad de flores. Los mantones floreados como en los  viejos tiempos adornaban la rica madera de los balcones  moriscos. La Banda Republicana que acompaña con su  consabida marcha dedicada y compuesta en homenaje al Señor.  

Los cantos y gritos de AVANCEN...AVANCEN cordones blancos  protegen a las cantantes y zahumadoras haciendo una  empalizada, porque van de espaldas al camino frente al  Cristo. Solo lo cargan 24 forzudos cargadores. Y solo lo cargan los  de la Hermandad que es muy celosa para recibir a sus  componentes. Solo camina 3 minutos y descansa uno y al son  de la campana estridente que la maneja un responsable  hermano, se eleva la pesada anda de plata y oro entre  aplausos de la gente que sabe de la maniobra tan delicada.  
Fotos de Procesión al Señor de los MilagrosCuatro angeles de tamaño natural de plata que tienen sus  luces y cada 20 metros florones morados van cambiando a su  paso.  La piedad de la gente no deja pasar un solo motivo: flores cánticos, homenajes en cada esquina y en cada  privilegiado negocio, se para el Señor para bendecirlo.   Estaba lejos casi a una cuadra, venia resplandeciente  alumbrado por el sol de medio día, cuando me di cuenta  estaba metido en una turba de gente. Me di un susto  fenomenal, porque llegué cuando habia poca gente. Decidí  salir y fue muy dificil...! permiso...!permiso...y apretujado  comence a forcejear para ganar un espacio y partir la  carrera a la Plaza Mayor. Que angustía que viví porque de  haberme quedado alli, con los miles que venian con los  cientos que estaban en mi espalda..íibamos a tener un choque  frontal, del cual no creo que podría salir muy bien parado.  
Fue muy grande mi emoción de ver el anda del Señor que la  piedad de la gente la arrastra paso a paso por las  hirvientes calles limeñas, donde miles de miles, esperan  horas de horas el paso del Señor, para recibir su
 bendición.  Ayer como hoy la piedad es la misma. Muchos diran yo nunca  fui, pero a quien le importa. Somos muchos los que por  nuestra fe vemos con otros ojos al mundo el mundo
 globalizado y el calentamiento universal.

 En Lima Morada en el 2008

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